Renovar el armario para que sea más sostenible es un camino largo, lento pero lleno de satisfacciones.

Nunca he sido de las que cambian su vestuario cada temporada, de las que suelen vestirse a la «última», pero es cierto que poco a poco, cada vez he sido más consciente de la importancia de saber lo que compraba.

Siempre me ha gustado visitar los mercadillos de segunda mano, sobre todo en Europa, me ofrecían prendas difíciles de encontrar en las tiendas de moda «habituales», pero cuando necesitaba algo nuevo no me hacía preguntas, entraba rápido en las tiendas y cogía casi lo primero que encontraba, la música istriónica y el ambiente que reina en este tipo de tiendas (moda rápida) me ponen muy nerviosa, y el acto de ir a comprar no me aportaba ninguna emoción especial.

Poco a poco he ido apreciando la calidad de los materiales, la calidad de una prenda bien hecha, los escaparates de pequeñas boutiques diferentes me iban atrayendo cada vez más.

En mi ropa deportiva me pasaba igual, estaba harta de vestirme de plástico, sobre todo en verano, así que me fui decantando por ropas de algodón suavecito que me cubrieran bien los brazos y escote para los días de verano en alta montaña, un buen sombrero de ala ancha y pantalones no demasiado ajustados y de algodón.

Me fui adentrando en la filosofía de lo Slow, en primar cada prenda, una prenda no era algo de comprar y tirar enseguida, quería que fuera creciendo conmigo, que se amoldará a los cambios de estilo que iba teniendo, que envejeciera conmigo.

Me gustaban las prendas de materiales naturales: lana, algodón, algo de lino, el tacto, la sensación física que me proporcionaba junto a la piel.

Empecé a mirar las etiquetas, a preguntar en las tiendas dónde se fabricaban las prendas, la composición. Dejé de entrar en las grandes marcas de moda rápida, no me sentía cómoda y me producía mal estar.

Fui descubriendo marcas de ropa sostenible.

Pero no era cuestión de tirar toda la ropa acumulada durante años y renovar totalmente desde cero mi armario:

– economicamente inviable

– tirar toda esa ropa tampoco me parecía muy sostenible

Empecé por hacer una buena limpia de lo que quería guardar por que sí lo usaba, luego en segundo lugar la ropa a la que podría darle una «segunda oportunidad», y por último de la que sí podía sacar de mi armario, embalarla y llevar a un centro de recogida. Con la ropa de mi hijo hice lo mismo, mucha ropa la repartí entre amigas que tenían hijos más pequeños, otra la dimos a unos rumanos que conocíamos y otra la llevé al centro de recogida.

 

Ahora, llegado el momento de dar el paso hacia las nuevas prendas más sostenibles.

Principios que me marco para mi evolución hacia un armario más sostenible:

– Comprar menos, pero de mejor calidad. Apuesto por comprar menos cantidad de ropa barata cada temporada, y optar por ropa que tenga una vida más larga, a-temporal, con materiales de calidad, y una buena confección.

– Cuidar mejor mi ropa: no lavar a temperaturas muy elevadas, evitar el planchado (si no es necesario), evitar la secadora (si no es necesaria), elegir ropas que tengan un cuidado sencillo (que se puedan lavar fácilmente en casa, que se pueda evitar el planchado -mi método es colgar bien extendida la ropa y así al recogerla está prácticamente planchada)-..), un buen almacenamiento ayuda a mantener mejor la ropa, entre temporada y temporada guardo la ropa en una bolsa cerrada con bolsitas de lavanda.

– Comprar ropa que pueda arreglar, retocar. Mucha ropa de moda rápida es prácticamente imposible repararla, se deforma enseguida y pierde cuerpo. Una buena prenda se puede arreglar, retocar y renovar.

– No tirar la ropa que ya no uso: llevarla a centros de recuperación de ropa usada, hacer trapos u otros usos posibles para la casa (bolsitas para viajar, toallitas…)

– Menos es más: a menos ropa  y bien elegida, más fácil es vestirse, menos tiempo pasamos a elegir qué ponernos.

– Los tejidos naturales se ensucian menos y cogen menos olores: por ejemplo la lana, con airearla muchas veces es suficiente.

– Los tejidos naturales y sostenibles son mucho más sanos, permiten a mi cuerpo transpirar mejor, la sensación es agradable, no me pica…

– Producción local y artesanal: valoro los productos elaborados en pequeñas series, con un acabado cuidado, prefiero apoyar la economía local. Requiere un esfuerzo de preguntar, mirar etiquetas, informarse… pero compensa.

colgador 5

Evidentemente los pasos son lentos, la ropa de calidad es más cara, y cada prenda requiere una buena selección. Mi estrategia es:

– de momento mirar en las marcas que me gustan las ofertas que tienen, saldos, rebajas, outlet’s: son ropas que no pasan de moda, por lo que la puedo seguir vistiendo igual

– elegir ropas que pueda vestir en varias estaciones (añadiendo más ropa debajo o encima por ejemplo).

– analizar las necesidades reales (por mi tipo de vida -ando mucho en bici en la ciudad, necesito ropa cómoda y que me guarde del viento y la lluvia-) y marcar prioridades: prendas que necesito urgentemente, prendas que me apetecen por hermosas, prendas de trabajo…

– en la lenta evolución hacia ese armario sostenible: seguir dando uso a las ropas que ya tenía (tirar toda mi ropa sería lo más anti-sostenible), ir combinándolas con las nuevas, darles otro uso, hacerles un retoque

– comprar por internet: de momento no tenemos muchas alternativas para poder comprar ropa sostenible en tiendas físicas, por eso la alternativa internet es una buena herramienta, requiere cogerle el truquillo al tallaje de cada casa, pero una vez conocido es más sencillo.

CONTINUARÁ…..

Renovar el armario para que sea más sostenible es un camino largo, lento pero lleno de satisfacciones.

Nunca he sido de las que cambian su vestuario cada temporada, de las que suelen vestirse a la «última», pero es cierto que poco a poco, cada vez he sido más consciente de la importancia de saber lo que compraba.

Siempre me ha gustado visitar los mercadillos de segunda mano, sobre todo en Europa, me ofrecían prendas difíciles de encontrar en las tiendas de moda «habituales», pero cuando necesitaba algo nuevo no me hacía preguntas, entraba rápido en las tiendas y cogía casi lo primero que encontraba, la música istriónica y el ambiente que reina en este tipo de tiendas (moda rápida) me ponen muy nerviosa, y el acto de ir a comprar no me aportaba ninguna emoción especial.

Poco a poco he ido apreciando la calidad de los materiales, la calidad de una prenda bien hecha, los escaparates de pequeñas boutiques diferentes me iban atrayendo cada vez más.

En mi ropa deportiva me pasaba igual, estaba harta de vestirme de plástico, sobre todo en verano, así que me fui decantando por ropas de algodón suavecito que me cubrieran bien los brazos y escote para los días de verano en alta montaña, un buen sombrero de ala ancha y pantalones no demasiado ajustados y de algodón.

Me fui adentrando en la filosofía de lo Slow, en primar cada prenda, una prenda no era algo de comprar y tirar enseguida, quería que fuera creciendo conmigo, que se amoldará a los cambios de estilo que iba teniendo, que envejeciera conmigo.

Me gustaban las prendas de materiales naturales: lana, algodón, algo de lino, el tacto, la sensación física que me proporcionaba junto a la piel.

Empecé a mirar las etiquetas, a preguntar en las tiendas dónde se fabricaban las prendas, la composición. Dejé de entrar en las grandes marcas de moda rápida, no me sentía cómoda y me producía mal estar.

Fui descubriendo marcas de ropa sostenible.

Pero no era cuestión de tirar toda la ropa acumulada durante años y renovar totalmente desde cero mi armario:

– economicamente inviable

– tirar toda esa ropa tampoco me parecía muy sostenible

Empecé por hacer una buena limpia de lo que quería guardar por que sí lo usaba, luego en segundo lugar la ropa a la que podría darle una «segunda oportunidad», y por último de la que sí podía sacar de mi armario, embalarla y llevar a un centro de recogida. Con la ropa de mi hijo hice lo mismo, mucha ropa la repartí entre amigas que tenían hijos más pequeños, otra la dimos a unos rumanos que conocíamos y otra la llevé al centro de recogida.

 

Ahora, llegado el momento de dar el paso hacia las nuevas prendas más sostenibles.

Principios que me marco para mi evolución hacia un armario más sostenible:

– Comprar menos, pero de mejor calidad. Apuesto por comprar menos cantidad de ropa barata cada temporada, y optar por ropa que tenga una vida más larga, a-temporal, con materiales de calidad, y una buena confección.

– Cuidar mejor mi ropa: no lavar a temperaturas muy elevadas, evitar el planchado (si no es necesario), evitar la secadora (si no es necesaria), elegir ropas que tengan un cuidado sencillo (que se puedan lavar fácilmente en casa, que se pueda evitar el planchado -mi método es colgar bien extendida la ropa y así al recogerla está prácticamente planchada)-..), un buen almacenamiento ayuda a mantener mejor la ropa, entre temporada y temporada guardo la ropa en una bolsa cerrada con bolsitas de lavanda.

– Comprar ropa que pueda arreglar, retocar. Mucha ropa de moda rápida es prácticamente imposible repararla, se deforma enseguida y pierde cuerpo. Una buena prenda se puede arreglar, retocar y renovar.

– No tirar la ropa que ya no uso: llevarla a centros de recuperación de ropa usada, hacer trapos u otros usos posibles para la casa (bolsitas para viajar, toallitas…)

– Menos es más: a menos ropa  y bien elegida, más fácil es vestirse, menos tiempo pasamos a elegir qué ponernos.

– Los tejidos naturales se ensucian menos y cogen menos olores: por ejemplo la lana, con airearla muchas veces es suficiente.

– Los tejidos naturales y sostenibles son mucho más sanos, permiten a mi cuerpo transpirar mejor, la sensación es agradable, no me pica…

– Producción local y artesanal: valoro los productos elaborados en pequeñas series, con un acabado cuidado, prefiero apoyar la economía local. Requiere un esfuerzo de preguntar, mirar etiquetas, informarse… pero compensa.

colgador 5

Evidentemente los pasos son lentos, la ropa de calidad es más cara, y cada prenda requiere una buena selección. Mi estrategia es:

– de momento mirar en las marcas que me gustan las ofertas que tienen, saldos, rebajas, outlet’s: son ropas que no pasan de moda, por lo que la puedo seguir vistiendo igual

– elegir ropas que pueda vestir en varias estaciones (añadiendo más ropa debajo o encima por ejemplo).

– analizar las necesidades reales (por mi tipo de vida -ando mucho en bici en la ciudad, necesito ropa cómoda y que me guarde del viento y la lluvia-) y marcar prioridades: prendas que necesito urgentemente, prendas que me apetecen por hermosas, prendas de trabajo…

– en la lenta evolución hacia ese armario sostenible: seguir dando uso a las ropas que ya tenía (tirar toda mi ropa sería lo más anti-sostenible), ir combinándolas con las nuevas, darles otro uso, hacerles un retoque

– comprar por internet: de momento no tenemos muchas alternativas para poder comprar ropa sostenible en tiendas físicas, por eso la alternativa internet es una buena herramienta, requiere cogerle el truquillo al tallaje de cada casa, pero una vez conocido es más sencillo.

CONTINUARÁ…..